VIENTO
Se define como la componente horizontal del movimiento del
aire (no se tiene en cuenta el movimiento vertical). Queda determinado por su
dirección, que se expresa en grados sexagesimales (entendiéndose que la medida
significa la dirección desde donde viene el viento), y por su velocidad, que se
expresa en millas náuticas por hora, o sea en nudos, en metros por segundo o en
kilómetros por hora.
La dirección se suele referir al punto más próximo de la rosa de los vientos que consta de ocho rumbos principales, entre los cuales se efectúan subdivisiones intermedias. Se mide con la veleta.
La velocidad se mide con los anemómetros. Los hay de
diferentes tipos: de coperolas, que giran más o menos rápido según la velocidad
del aire; otros aprovechan el efecto de succión o compresión que origina porque
la presión que ejerce el aire en movimiento es mayor que la del mismo en
reposo, de tal manera que se mide esa diferencia de presión que depende de la
velocidad del viento (tubo pitot)
Existe una escala de 17 grados para tener una idea precisa
de la fuerza del viento por observación ocular. Fue propuesta por el almirante
inglés Sir Francis Beaufort, en 1805, y aceptada internacionalmente.
Para que exista viento es necesario que haya una diferencia
de presión entre dos puntos de la superficie terrestre. La variación de la
presión por unidad de longitud se denomina gradiente de presión. A mayor
gradiente de presión, más fuerte es el viento que origina. En la práctica
cuando más apretadas están las isobaras, más fuerte es el viento.
Los vientos de la superficie se mueven siempre desde las
áreas de alta presión hacia los centros de baja presión; pero además esos
centros se mueven debido a los fuertes vientos que soplan sobre ellos.